Sanar no es solo curar el cuerpo; es también liberar el alma de las emociones que la mantienen en tensión.
Las prácticas espirituales nos recuerdan que siempre existe un lugar de quietud dentro de nosotros, al que podemos volver una y otra vez.
Al meditar, disminuye la producción de hormonas del estrés y se propicia un estado de relajación profunda en el cuerpo y la mente.
El amor tiene el poder de transformar, sanar y unir, ofreciendo luz en tiempos de oscuridad y desesperanza.
El intestino y el cerebro están estrechamente relacionados y se afectan mutuamente; incluso, al intestino se le conoce como el “segundo cerebro” y muchas de las emociones tienen efectos en…

