No se trata de escapar de la realidad, sino de aprender a estar presentes con lo que hay, momento a momento, con una mente abierta y un corazón sereno.
Ser una persona espiritual es recordar que somos parte de algo más grande, que nuestras acciones importan y que la vida tiene un propósito más allá de lo material.
El aura está compuesta por varias capas o cuerpos energéticos que interactúan entre sí, y que reflejan tanto el equilibrio interno como la influencia del entorno.
Integrar la conciencia de los elementos a tu vida cotidiana te ayudará a reconectar con tu sabiduría interior y a caminar con más equilibrio y plenitud.