Cuando respiramos conscientemente nuestra historia, dejamos de ser prisioneros de ella y comenzamos a vivir desde la totalidad de nuestro ser.
La Toltequidad nos enseña que, para vivir en plenitud, es necesario habitar en armonía con nuestros propios elementos internos, pues ellos reflejan la relación que sostenemos con el mundo natural.
Se les consideraba momentos de equilibrio y renovación, esenciales para el ciclo de la vida y la muerte, la fertilidad y el orden cósmico.

